La violencia política y la "otra violencia.




Por Ma. Guadalupe Almaguer Pardo

La senadora Angélica de la Peña Gómez presentará una iniciativa http://goo.gl/y6nAZ2 “A fin de prevenir todo acto que implique violencia y garantizar seguridad y protección de las mujeres que contienden por un puesto de elección popular” legislar para erradicar la violencia política implica no solamente un gran alcance para lograr la paridad en elecciones, sino esta iniciativa implica también allanar el camino sinuoso y a veces injusto con el que nos enfrentamos las mujeres en el cotidiano de alcanzar un derecho incluido ya en la constitución mexicana (arti 41) y en las legislaciones locales, sino eliminar esas finas y a violentas formas que practican los partidos políticos, cuando ellos son quienes eligen quien va y porqué va una mujer en lugar de otra, violentando formas y normas internas. 

El camino de la paridad en los distintos partidos políticos tienen una historia similar, primero pasamos por las cuotas en distintos porcentajes a través de los años y en 2014 se ha logrado la paridad como ya dijimos inscrita en la constitución, quienes hemos estado con manos en el estandarte buscando la anhelada paridad, sabemos perfectamente cuales son las prácticas de los partidos políticos en el momento de la aplicación. Por tanto me parece sustancial que ahora una de las mujeres más emblemáticas en esta lucha al seno del PRD y ahora como senadora de la republica siga enarbolando y eliminando diques que se colocan en esta búsqueda y desde la legislación presentar una iniciativa que contemple la prevención y garantía de eliminar la violencia política que en los hechos va contra las mujeres en la política.

Las mujeres del PRD y particularmente de la corriente Nueva Izquierda, hemos conversado sobre las prácticas dadas al seno de este y otros partidos políticos. Y hemos analizado como los grupos políticos en los partidos, les es más cómodo elegir, decidir y proponer sobre perfil de mujeres poco o nulamente comprometido con la defensa de los DH. Por ello ahora es necesario que cuando las mujeres legislan sobre las problemáticas que vivimos máxime tratándose de una de las violencias más discriminatorias  y cosificantes como lo es la violencia política, es necesario que coloquemos el acento, con este ejemplo de la senadora de la Peña, en qué consiste la diferencia de proponer mujeres de garantizada y probada eficacia ante las defensas de las mujeres y nuestros derechos. Lo hemos dicho hasta la saciedad “cuerpo de mujer no garantiza conciencia de género” esa es una de las diferencias sustanciales de catafixiar una mujer por otra mujer. Si.  Es cierto que los partidos políticos están obligados a la paridad, sin embargo la paridad debe ser tomada en cuenta la formación, la experiencia demostrada y el compromiso hecho realidad a través de los años de militancia y de resultados legislativos. Incluso en el haber de vida de las mujeres en la actividad política y política partidista.

En el papel de la legislación, lo único que nos garantiza a las mujeres resultados en la búsqueda de la igualdad sustantiva, es contar con mujeres que hayan superado el sexismo contra otras mujeres, pues presentar una iniciativa de este tallado implicará también al seno de los partidos políticos, pues a pesar de que se llegue a eliminar formalmente la violencia política, esta permanecerá en los informal desde adentro; desafortunadamente esta violencia será fraguada con la complicidad de otras mujeres que no han procesado ni entendido las diferencias entre rivalidad y competencia.

Tenemos más de un ejemplo en que la rivalidad no se reconoce abiertamente y se sire de expresiones y acciones encubiertas. Mientras la competencia se expresa de manera abierta y franca. Aún bajo en entendido de reconocernos “diferentes” las mujeres que buscamos la igualdad sustantiva requerimos de entender que aún y con las diferencias “estamos en el mismo barco” y que la búsqueda implica terminar con la discriminación hacia todas, quienes como políticas, estamos aquí.

Hacer camino llano para las mujeres que nos preceden y a su derecho de ser parte de este “mismo barco” y que además de la trascendente búsqueda formal de eliminar la violencia política desde las estructuras de los partidos políticos, estamos también en el camino de erradicar en nosotras y en las otras, conductas de “silencio, obediencia y abnegación” por el camino del amor propio personal y hacerlo parte del conjunto de conductas de todas para beneficio de todas; me refiero, a visualizar el desafío de la violencia informal. 

Sobrevivir al mandato patriarcal, y erradicar lo aprendido en esta cultura patriarcal y re diseñarnos de manera que seamos más útiles a nosotras y a las otras mujeres, Martha Lamas anota “Las causas por las cuales las mujeres ocultan su “agresión” y la manejan de manera indirecta son básicamente tres; la socialización familiar, las expectativas familiares de la feminidad y el enfrentamiento con un poder frente al cual se hallan en una situación de subordinación. El comportamiento pasivo-agresivo mantiene la agresión controlada y rechaza la confrontación, aunque  en el fondo significa un intento muy atractivo de controlar. La sumisión es un mecanismo de defensa; evitar la confrontación, es una estrategia de sobrevivencia femenina que a la larga se convierte en un método de control”  abundo, el tema no es invitar a la confrontación simple y llanamente, sino enfrentar una problemática muy común que son resultado de una forma aprendida de las mujeres (algunas) de su entender sobre “cómo” enfrentar una diferencia con otras mujeres,  ya que la introyección sobre “enfrentar” es una conducta aprendida desde lo  masculino.  Ello conlleva a una cadena de acciones que redundará en un enfrentamiento “maquillado” desde lo muy femenino, y en menoscabo de todas. “ser indirectas—dice Martha Lamas—no las ayuda a ventilar verdaderamente los conflictos, en realidad, impide resolverlos, enmascararse no facilita ni el diálogo, ni el cambio, ni la reconciliación. Si a eso le sumamos los múltiples malentendidos e interpretaciones incorrectas que se suelen dar en la comunicación entre los seres humanos, el panorama se perfila como complicado” esta deconstrucción en nuestras esferas y entornos deberemos entenderlo como un proceso que marca de manera nociva una serial  de conflictos sin resolver entre las mujeres, más entre las mujeres que estamos “en el mismo barco” una articulación inadecuada.

La ausencia de valorización de las otras mujeres obstaculiza el desarrollo de los acuerdos y pactos entre mujeres, con la aspiración de que las mujeres aprendamos a trabajar “bien y juntas” a fin de proteger una transformación social, que ayude a modificar la desigualdad no solo entre mujeres sino frente a los hombres, desenredar los nudos que nos imposibilitan a trabajar en equipo sobre un mismo objetivo, poner en el tablero de la participación política y partidista reglas de convivencia para avanzar, conocedoras de las reglas de juego sobre las asignaturas de género, que nos han imposibilitado una sana y eficaz articulación. Eliminando la violencia común entre unas y otras. Esa es la “otra violencia” que no toca a las legislaciones, sino a las mujeres en el movimiento, en el partido y en la política.



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