La cárcel me hizo duro, fuerte y disciplinado: Jesús Zambrano


El presidente nacional del PRD recuerda sus años como preso político entre 1974 y 1975; asegura que hace mucho tiempo decidió no vivir con rencores.




CIUDAD DE MÉXICO. El soldado tiró a matar. Apuntó a la cabeza pero la bala penetró entre los dientes y despedazó la mandíbula inferior.La trayectoria del proyectil fue desviada hacia el lado izquierdo del cuello. Todavía respiraba. Estupefactos, los militares lo nombraron El Tragabalas.

El expediente que elaboró la Dirección Federal de Seguridad sobre su persona señala que los hechos ocurrieron el 3 de marzo de 1974, a la una de la tarde.

Convaleció en el Hospital Civil de Culiacán, en un estado precario. Las balas dejaron dos heridas graves. Una, a la altura del quinto espacio intercostal derecho con alojamiento en el diafragma y otra a la altura de la yugular, con orificio de salida en la región posterior, según el documento citado, que hizo público la revista emeequis.

El muchacho se había incorporado plenamente a la guerrilla apenas dos años antes. Ni siquiera había cumplido veinte. Como otros líderes estudiantiles, creía que no había más respuesta para la represión que la lucha armada, por la que abandonó sus estudios de físico matemático. “Pensaba que de nada serviría el científico reconocido, en quien me quería convertir, en un país sofocado, injusto y pobre”.

En enero de 1973, la Liga 23 de Septiembre había organizado una acción de masas en la capital de Sinaloa. En el paro se encontraron campesinos, jornaleros, obreros y estudiantes de la universidad estatal. Los militares y los insurrectos se enfrentaban en el valle y en las ciudades. Zambrano fue parte del Asalto al Cielo, una acción radical que consistió en la toma de un banco de armas que pertenecía a la Sagarpa.

El gobierno desarticulaba con eficacia la Liga. Zambrano cayó un domingo en una balacera, dentro de la casa de seguridad señalada por uno de sus compañeros, enclavaba en una loma cerca del centro de Culiacán.

–¿Conoces tu expediente, el que elaboró la Federal Seguridad?
–No. Debería hacerlo. Tengo una deuda con mi propia historia. Tendría que ir a revisar la Hemeroteca de Culiacán. Sólo recuerdo las ocho columnas de El Debate: “Con un balazo en el cuello, vive de milagro”.

Le pregunto si es verdad que su sobrenombre en la guerrilla era El Güero. Sonríe, con cierta pillería, y se frota con un dedo el lunar que tiene sobre la boca, justo del lazo izquierdo: “El Güero es un apodo familiar. De chiquito era blanco y de cabello claro, luego fui el menos prieto”. 

–Terminaste en la cárcel por una delación. ¿Aún te vigilan? ¿Vives como si lo hicieran?
–Actúo en consecuencia de quién soy. Sé que mis teléfonos están intervenidos. Miro hacia los lados, veo para atrás; pero lo hago por costumbre. No vivo en la zozobra pero tomo precauciones cuando debe privar la discreción.

Preso político entre 1974 y 1975, se integró a la vía política mediante la Corriente Socialista, apenas recuperó el albedrío. Fundó el Partido Patriótico Revolucionario con otros exintegrantes de la Liga, ansiosos de reubicarse lejos del leninismo y construir una nueva teoría, más apta para el país. Con otros, Zambrano editó Tribuna Proletaria, el órgano informativo de la corriente.

“Mis dotes de comunicador aparecieron temprano. López Obrador me decía ‘pluma fácil’. Más de una vez he servido de amanuense. De cajón, me tocaba redactar cartas y comunicados”.

Es un día caluroso. Aun así, el político lleva un suéter delgado debajo del traje gris a rayas. Conserva el cabello oscuro. Solo han encanecido las sienes. Toma nota del libro que estoy leyendo, lo más reciente de McEwan. Seguramente perderá el apunte entre los papeles que se apilan en su escritorio.

Su ritmo es frenético. A éste le corresponde una agenda saturada, prácticamente sin descanso, de no ser por espacios ínfimos que aprovecha para caminar o, hasta hace unos años, jugar un partido de básquetbol. Trabaja hasta el límite. Sus compañeros dan cuenta de ello. No aparenta su edad. Se le ve recio.

–Estás entero…
–Me cuido. En la cárcel hacía deporte por disciplina, ahora lo hago por prescripción médica.

Entre las miles de entradas que arroja la búsqueda en Internet sobre Jesús Zambrano, aparecen de manera destacada sus militancias –en el Partido Patriótico Revolucionario (PPR), en el Partido Mexicano Socialista y en el Partido de la Revolución Democrática, cuyo liderazgo terminará en breve–, sus intervenciones como legislador, sus malogradas candidaturas al gobierno de su natal Sonora.

Se repite incesantemente que ha sido promotor del Pacto por México encabezado por el Presidente Enrique Peña Nieto. Gobiernista es lo menos que le han dicho sus enemigos políticos.

–Fuiste guerrillero y te capturaron. Fuiste dos veces candidato a gobernar tu estado y dos veces perdiste. Te objetan tus partidarios. Tú sabes de rechazo...
–Pues no me siento rechazado. Aprendí a forjarme en medio de la adversidad. La cárcel me hizo duro, fuerte, disciplinado.

–Perdiste y volviste a perder
–Sé qué se siente perder. Pero hay dos tipos de derrota electoral: aquella en la que asumes por anticipado el resultado de la lucha, en la que solo puedes ganar de milagro. En esa contienda, apuestas a incrementar tu presencia. Otra cosa es cuando crees que realmente puedes ganar.
Esa sí duele. Para mí, la de 1997 sí fue un golpe. Siempre dije que era la última.

–¿Políticamente, te sientes incomprendido?
–Sí, por un sector importante de mi partido. Me cuesta admitir que no entiendan. La izquierda tenía que jugar diferente para obtener resultados diferentes, y hacer valer su peso político con inteligencia. Siento una suerte de insatisfacción, pero las condenas fuera del partido no me preocupan.
Dice que lo desespera la obcecación, pues su marco teórico pertenece al de la física y las matemáticas. “Créeme, soy riguroso en el análisis”.

–¿Te vas en paz?
–Hace mucho tiempo decidí no vivir con rencores. Yo no odio. Solo he dañado políticamente a mis adversarios, pero es lo propio de las victorias y las derrotas políticas.


Fuente: El Financiero.
Fotografía: PRD Prensa. 

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